Cuando caminemos, utilizando el método de meditar caminando en nuestra vida cotidiana, no necesitamos acelerar ni reducir deliberadamente la velocidad a la que caminamos. Simplemente caminemos normalmente y de manera natural. Lo único que debemos tener en cuenta es que debemos concentrar la mente en los movimientos de caminar, sin tener pensamientos erráticos ni ilusiones.     

Al caminar, levantemos ligeramente los pies y también pongámoslos suavemente en el suelo. Ya sea que andemos una larga o corta distancia, tratemos de caminar al mismo ritmo y a la mismo velocidad. No necesitamos pensar cuán lejos es nuestro destino, cuánto tiempo ya hemos caminado ni cuánto tiempo tardaremos en llegar, simplemente caminemos y seamos claramente conscientes de cada uno de los pasos dados, eso es vivir el momento presente.      

Parece fácil y aburrido dar pasos, uno tras otro, sin embargo, precisamente porque los movimientos de caminar son muy simples y repetitivos continuamente, si ponemos nuestro foco de atención en nuestros pasos, nos resulta muy fácil tranquilizar la mente. No importa cuan lejos sea nuestro destino, podremos caminar a gusto, con facilidad y sin carga.       

Si tienes mucha prisa y debes caminar rápido, por ejemplo, cuando tienes prisa por llegar a la oficina o por acudir a una cita, puedes acelerar tus pasos, pero no apresurarte. Una vez que te das cuenta de que solo piensas en llegar a tu destino lo antes posible, debes dejar a un lado el pensamiento de “llegar cuanto antes” y concentrarte nuevamente en los movimientos de caminar. De esta manera, la mente inquieta se volverá tranquila y concentrada. En este momento, poner tu atención en los pasos rápidos también sería un buen método que puedes usar para concentrar la mente.    

Además, cuando estés en casa también puedes realizar la meditación caminando a paso lento en tu tiempo libre. Pero, antes de practicarla, debes examinar primero si tu mente y cuerpo están relajados. No dejes bruscamente la tarea que estás haciendo y empieces directamente a meditar caminando a paso lento, de lo contrario, no te resultará fácil recoger el cuerpo y la mente. Por ejemplo, cuando estés realizando las tareas domésticas o leyendo un libro, puedes concluir primero lo que estás haciendo en ese momento y levantarte para caminar un rato, después ponte a meditar caminando a paso lento. Cuando practiques la meditación caminando, trata de hacerlo en el mismo entorno. Al meditar caminando, no es aconsejable que a veces camines en un terreno llano, otras veces subas escaleras y otras veces tomes el ascensor. De este modo, no te resultará fácil concentrar la mente en los movimientos de los pies. 

Cuando aprendamos a enfocar la mente en nuestros pasos y seamos claramente conscientes de que estamos caminando, mediante la práctica de “donde está el cuerpo, está la mente”, ya sea que estemos andando, de pie, sentados ó tumbados, para nosotros todo será práctica.    
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