Muchas personas dudan sobre aprender el Budismo porque piensan que, después de tomar los Tres Refugios (el Buda, el Dharma y la Sangha), deben observar numerosos preceptos. Sin embargo, el Buda no formuló los preceptos para restringir a los practicantes budistas; por el contrario, su objetivo es ayudarles a proteger y guardar su cuerpo, habla y mente. Al comprender el espíritu de los preceptos, uno ya no tendrá dudas acerca de observarlos y no lo considerará como un obstáculo para empezar la práctica budista.  

Muchas personas piensan que habrá numerosas reglas que uno debe seguir después de tomar refugio en las Tres Joyas y practicar el Budismo. Por ejemplo, uno no debe golpear a los mosquitos si le pican porque eso viola el precepto de no matar a los seres vivientes; no se le permite mentir a los demás porque hay que observar el precepto de abstenerse de falsedad en el habla; e incluso uno ya no podrá tener la oportunidad de disfrutar de una cerveza refrescante en los calurosos días de verano porque después de tomar los Tres Refugios hay que observar el precepto de abstenerse de los intoxicantes. Esta forma de pensar mantiene a muchas personas alejadas de practicar el Budismo, temiendo que después de convertirse en budista haya muchos preceptos y reglas que les restrinjan. Esto es, de hecho, un malentendido del significado y la función de recibir los preceptos.

La finalidad de los preceptos budistas radica en recordarnos que no debemos realizar actos dañinos para nosotros mismos y para los demás. Su objetivo es protegernos a nosotros mismos y a los demás. Por ejemplo, los primeros cuatro de los Cinco Preceptos, no matar, no robar, no tener una mala conducta sexual, y no mentir, constituyen el código básico de conducta ética que deben seguir los budistas, mientras que el último de los cinco preceptos, abstenerse de los intoxicantes, nos ayuda a protegernos de comportarnos de manera impulsiva e irracional después de consumir alcohol. Por consiguiente, se puede decir que los preceptos constituyen la red de seguridad para nuestras prácticas budistas. Observando los preceptos budistas, podemos llegar a comprender cómo cada uno de éstos puede tener una influencia positiva en nuestro cuerpo, mente y estilo de vida. Pero, ¿por dónde debemos empezar nuestra práctica budista? Podemos empezar por imitar las acciones corporales, verbales y mentales del Buda. La práctica budista consiste en corregir nuestros malos comportamientos y cultivar las virtudes en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, en el pasado, podríamos haber ofendido o lastimado involuntariamente a los demás; después de recibir los preceptos budistas tendremos más precaución para evitar palabras duras de enfado que puedan herir los sentimientos de los demás, en cambio, aprenderemos a hablar suave y amablemente. De este modo, podremos desarrollar la sabiduría y la compasión.  

El Maestro Sheng Yen, fundador de la Montaña Tambor del Dharma, una vez hizo la analogía siguiente: “Los preceptos son como antisépticos para los practicantes budistas.” Enfatizó que cuantos más preceptos observemos, más capaces seremos de dejar atrás nuestras aflicciones mentales y también de plantar más causas para nuestra liberación.  
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