Postrarse ante el Buda es una importante práctica budista, pero, ¿cuál es su verdadero objetivo? Y, ¿el acto de postración realmente trae protección y bendiciones? El propósito de postrarse ante el Buda no radica en recibir una respuesta espiritual, sino en rendir homenaje a los Budas y Bodhisattvas, contemplando sus méritos y virtudes. Por lo tanto, sirve como un recordatorio para que emulemos los votos y los esfuerzos de los Budas y Bodhisattavas de ayudar a los seres sintientes a dejar atrás el sufrimiento y alcanzar la felicidad genuina. Postrarse ante el Buda puede armonizar nuestro cuerpo y mente, ayudándonos a generar un sentimiento de remordimiento, humildad, arrepentimiento y gratitud. Esto ayuda a eliminar nuestro obstáculos kármicos mientras aumenta la conciencia y la diligencia. ¿Tu mente se agita y se pone inquieta con facilidad? ¿Te sientes somnoliento o te distraes fácilmente? Puedes postrarte ante el Buda como una forma de tranquilizar tu mente perturbada. Simplemente pruébalo y experimentarás el poder de sus beneficios.

Postrarse ante el Buda armoniza el cuerpo y la mente, facilitando así nuestra práctica

Además de reverenciar y meditar sobre los méritos de los Budas y Bodhisattvas, postrarse ante el Buda funciona para dominar nuestro propio orgullo, lo que da lugar al remordimiento, al arrepentimiento y a la gratitud. Con una autorreflexión y un examen constantes, nuestros méritos crecen y nuestro corazón se vuelve más apacible. Esto mantiene nuestro cuerpo y mente a gusto, mejorando así nuestra práctica.

El Bodh Gaya de la India es el lugar sagrado donde el Buda Sakyamuni, fundador del Budismo, alcanzó la iluminación suprema. Todos los días allí, uno puede ver a monjes budistas de diversas tradiciones, junto con budistas laicos de diferentes partes del mundo, que vienen para mostrar su mayor reverencia. A través del acto de postración, uno contempla cómo el Buda alcanzó la iluminación, predicó el Dharma y liberó a los seres sintientes del sufrimiento. Al entrar en un templo budista, los devotos suelen hacer tres reverencias o postraciones hacia el Buda. A través del acto de bajar la cabeza, inclinarse y arrodillarse, uno expresa veneración y fe hacia todos los Budas y Bodhisattvas, así como la voluntad de tomar refugio en ellos.

Mostrar reverencia a través del cuerpo, el habla y la mente, recordando las virtudes del Buda

La práctica de venerar al Buda se remonta a la época del Buda Sakyamuni. En ese momento, los discípulos pidieron al Buda que predicara el Dharma, como se describe en los sutras budistas: “…en la asamblea, habiéndose levantado del asiento, llevaron al descubierto su brazo derecho, se postraron a los pies del Buda, circunvalaron en el sentido de las agujas del reloj alrededor del Buda tres veces, se arrodillaron, unieron las palmas de las manos y le dijeron así al Buda…”. Los discípulos del Buda veneraron al Buda realizando el acto de postración, tocando los pies del Buda con ambas manos y, con sumo respeto, colocando la frente sobre los pies del Buda. Esto significa unificar el cuerpo, el habla y la mente mientras se rinde homenaje al Buda. Después del parinirvana del Buda, rendir homenaje a las estupas de las reliquias del Buda y peregrinar a los lugares sagrados se convirtió gradualmente en una práctica popular, como una forma para que los discípulos del Buda lo recordaran.

Alrededor de los siglos II y III, se hacen muy populares las prácticas de postrarse ante el Buda, recitar el nombre del Buda y recordar las virtudes del Buda con un cuerpo, palabra y mente puros entre los seguidores del Budismo Mahayana que practicaban el método de recitación del nombre del Buda. Entre estas prácticas, realizar postraciones demuestra respeto a través del acto de juntar las palmas de las manos, bajar la cabeza para tocar los pies del Buda y arrodillarse con la cabeza tocando el suelo. La recitación del nombre del Buda funciona para expresar reverencia a través del habla recitando las frases como "Namo Shijiamonifo (Rindo homenaje al Buda Shakyamuni)" o "Namo Amituofo (Rindo homenaje al Buda Amitabha)". Recordar las virtudes del Buda constituye la remembranza consciente y sincera del Buda, así como un método de mantener claramente las virtudes del Buda en la mente. Para muchos practicantes Mahayana de generaciones posteriores, la práctica de recitar el nombre del Buda, postrarse ante el Buda y recordar las virtudes del Buda les ha ayudado a profundizar y fortalecer su confianza y fe en el Budadharma.

Yijing, el maestro Tripitaka de la dinastía Tang estudió los pasos de reverencia y postración de la tradición india, y señaló cómo el acto de postrarse implica nueve pasos: a saber, 1) saludar verbalmente; 2) inclinar la cabeza para mostrar respeto; 3) levantar las manos por encima de la cabeza; 4) juntar las palmas a la altura del pecho, con los dedos apuntando hacia arriba; 5) doblar las rodillas; 6) arrodillarse en el suelo; 7) bajar el cuerpo y tocar el suelo con las manos y rodillas; 8) tocar el suelo con la frente, los antebrazos y las rodillas; y, por último, 9) hacer una postración completa con el cuerpo que queda plano en el suelo. La postración comienza con inclinar la cabeza para mostrar respeto, es seguida por juntar las palmas de las manos y finalmente termina con tocar el suelo con la frente, los brazos y las piernas. Cada paso significa un acto significativo de veneración, del cual se derivó la etiqueta budista de venerar al Buda.

En la antigüedad, los monjes budistas de Tianzhu o Sindhu (la India actual) y las Regiones Occidentales se postraban con todo el cuerpo tendido en el suelo, también conocido como la "gran postración" o la "postración completa". Con la difusión del Budismo hacia el este, para adaptarse al estilo chino de práctica grupal, que generalmente se realizaba en un salón ceremonial en interiores, el acto de postración se ajustó gradualmente a tocar el suelo con las cinco partes del cuerpo (los brazos, las dos piernas y la frente), manteniendo la tradición de tocar el suelo con la frente como muestra de sumo respeto. Por lo tanto, los budistas que han tomado los Tres Refugios ahora deben aprender la etiqueta de venerar y postrarse ante el Buda.

Tocar la tierra para dominar el ego

En el Sutra sobre las preguntas del Bodhisattva Vimalajñāna con respecto a la forma de venerar al Buda, cuando el Bodhisattva le preguntó al Buda cómo postrarse con las cinco partes del cuerpo tocando la tierra, el Buda respondió que el primer y más importante requisito al realizar la postración es tener adecuados buenos deseos. Mientras nos postramos tocando la tierra con las partes de nuestro cuerpo una por una, debemos rezar a la vez en nuestra mente para que todos los seres sintientes se liberen de los obstáculos y alcancen la calma mental. Cuando nuestra frente toca el suelo, debemos orar para que los seres sintientes se liberen del orgullo y la arrogancia. A partir de esto, sabemos que postrarse ante el Buda a través del acto sincero de bajar la cabeza, doblar el cuerpo y tocar el suelo también significa un proceso para transformar nuestra mente. Cuando estamos dispuestos a bajar la cabeza y el cuerpo, a hincarnos de rodillas, y bajar el cuerpo hacia el suelo, en realidad estamos comenzando a cultivar una mente que es más pura y más sensible.

Practicar la concentración meditativa en movimiento, comprender y experimentar el no-yo

Postrarse ante el Buda también es una forma ideal de regular el cuerpo, facilitando así nuestra práctica de la meditación sentada, la recitación del nombre del Buda Amitabha y la recitación diaria. Mientras guiaba los retiros Chan, el Maestro Sheng Yen aconsejaba a los participantes que hicieran postraciones de arrepentimiento. Al sentarse en meditación, si uno se encuentra luchando con el método, distraído con pensamientos errantes o sintiendo molestias físicas, puede intentar levantarse del cojín y postrarse ante el Buda. Postrarse ante el Buda nos impulsa a enfrentar honestamente nuestros aspectos negativos, así como a arrepentirnos sinceramente de las faltas pasadas que podrían haber causado daño a otros. A medida que nos inclinamos y nos postramos, nuestras aflicciones persistentes, arrogancia y apego al yo comienzan a desaparecer. Como dijo el Maestro: “Con el surgimiento del sentimiento de remordimiento, nuestra mente se vuelve más estable y menos agitada, por lo que podemos realizar mejor nuestra práctica”. Luego, simplemente “entrega tu cuerpo al cojín y deja tu mente al método”, y encontrarás que tu práctica se vuelve más efectiva.

El Venerable Guo Xing, antiguo abad del Centro de Meditación Chan de la DDM en Nueva York, también elogia la forma en que postrarse ante el Buda ayuda a entrenar nuestra mente. A través del acto de postración al Buda, practicamos los Cuatro Fundamentos de la Atención Plena contemplando el cuerpo, los sentimientos, la mente y los fenómenos. Esta práctica sirve para ayudarnos a ser más conscientes de nuestro cuerpo y mente. También nos beneficiamos de la “postración sin forma”, en la que permanecemos claramente conscientes del momento presente, así como del estado de nuestro ser físico y mental. Al hacerlo, gradualmente comprendemos que su verdadera naturaleza es impermanente, sin el yo y vacía. Con tal realización, nuestra mente está tranquila y serena, ya no está sujeta a la influencia de las condiciones internas o externas.

 
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