Cuenta la leyenda que la primera estatua del Buda se hizo mientras el Buda aún estaba vivo. Cuando el Buda ascendió al Cielo de Trayastrimsa (Cielo de los Treinta y Tres Dioses) para predicar el Dharma a su madre, Maha Maya, estuvo ausente del mundo terrenal durante aproximadamente tres meses. Durante ese período, los discípulos monásticos y laicos del Buda lo extrañaron mucho a él y a sus enseñanzas. Como resultado, el Rey Udayana pidió a los artesanos que esculpieran una estatua del Buda, que, una vez terminada, fue una estatua del Buda hecha de madera de sándalo de cinco pies de altura. A partir de entonces, todos los días, el Rey Udayana se postró ante la estatua como si el Buda todavía estuviera presente, viajando y dando enseñanzas a los necesitados.

Aproximadamente 100 años después del Parinirvana del Buda, la gente comenzó a usar varios objetos como símbolos del Buda, incluyendo la rueda del Dharma, el árbol Bodhi, las estupas, etc. Estos objetos se usaron como ayuda para recordar los méritos y las virtudes del Buda.

El Maestro Sheng Yen mencionó en varios de sus libros, tales como el Budismo Chino Ortodoxo (Orthodox Chinese Buddhism) y La Sabiduría Chan (The Wisdom of Chan),  que no hay nada malo en que muchos budistas adoren las estatuas del Buda como deidades. Como el Dharmakaya del Buda y los Bodhisattvas es omnipresente, los Budas y los Bodhisattvas responderán a quienquiera que pida ayuda. Sin embargo, esta es sólo la etapa de la “creencia”. Desde la perspectiva de la creencia budista correcta y la práctica budista, las estatuas del Buda son solo herramientas para ayudar a los budistas en su práctica.

Cuando nos postramos, debemos hacerlo como si estuviéramos en presencia del Buda. Ya sea que la estatua del Buda esté hecha de madera, bronce o arcilla, debe usarse como un recordatorio para practicar, lo que puede ayudarnos a recordar los grandes votos del Buda y los Bodhisattvas y sus diversas enseñanzas. Por lo tanto, el verdadero significado de postrarse ante el Buda es recordarnos practicar con diligencia y coraje en todo momento y considerar al Buda y a los Bodhisattvas como modelos a imitar en el camino hacia la iluminación. Por lo tanto, la práctica por sí misma no consiste en postrarse ante la estatua del Buda, sino en la autorreflexión que surge a través de la devoción, haciendo que nuestro cuerpo y nuestra mente sean más puros, gentiles y humildes.

 
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