En términos generales, no hay restricciones especiales sobre el tiempo apropiado y el número de postraciones. Los practicantes pueden establecer una rutina diaria para su práctica de postración, ya sea a través de un tiempo regular o una cantidad constante, según su tiempo y resistencia. Por ejemplo, uno puede postrarse ante el Buda durante 30 minutos todos los días, o hacer 300 o 500 postraciones por día.

La cantidad más común de postrarse ante el Buda son el 32 y el 48, que suelen representar los grandes votos de los Budas y los Bodhisattvas. Por ejemplo, hacer 32 postraciones simboliza rendir homenaje a los 32 Nirmanakayas del Bodhisattva Avalokitesvara, mientras que realizar 48 postraciones simboliza presentar respeto a los 48 grandes votos del Buda Amitabha. También hay 21, 49 y 108 postraciones que se desarrollan sobre la base de 7. Para los budistas, ya sea postrarse ante el Buda, recitar el nombre del Buda o recitar sutras, uno debe establecer una meta y tratar de alcanzarla para lograr una mejor focalización en la práctica. Sin embargo, estos números son solo objetivos personales, sin que uno sea superior o inferior al otro. El objetivo es practicar con perseverancia y extender la sensación de estabilidad obtenida de la práctica a la vida diaria.

Es importante notar que, al hacer las postraciones, no se debe apresurar y acelerar el conteo de las mismas. Por supuesto, establecer un horario regular definitivamente puede ayudar a uno a ser diligente y no holgazanear. Por otro lado, si te dedicas a la práctica de forma apresurada, puedes volverte cada vez más descuidado. Esto no solo hace que tu mente y tu cuerpo sean inestables, sino que eventualmente también pierdes el significado de postrarte ante el Buda.

Además de postrarse ante el Buda por un tiempo determinado o por una cantidad fija de veces, cuando te sientas inestable o somnoliento, puedes dejar de lado temporalmente tu trabajo y postrarte ante el Buda. Al postrarte ante el Buda, debes ser consciente de cada movimiento corporal mientras ajustas tu respiración y velocidad. Gradualmente, tu cuerpo pasará de sentirse rígido y tenso a estar flexible y relajado, y como resultado, tu mente también se tornará más enfocada. En particular, cuanto más lenta sea tu velocidad de postración, más fácil será que se calme tu cuerpo y tu mente.
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