En primer lugar, debemos aclarar que no es la "meditación" la que te hace irritable. En cambio, la meditación te ayuda a identificar las causas de la irritabilidad.

Sentirse irritable e incapaz de calmarse durante la meditación es una reacción física y mental natural. Mientras meditamos, nuestro cuerpo comenzará a ajustarse naturalmente cuando nos sentamos derechos con las piernas cruzadas. Durante el proceso de ajuste, nuestro cuerpo podría experimentar sensaciones de molestia, dolor, picazón o entumecimiento. Tal vez tendríamos aún más pensamientos ilusorios o sentiríamos somnolencia, y la agitación también podría ser una de las reacciones derivadas de ajustar el cuerpo a la práctica de meditación.

¿Por qué sentimos agitación durante la meditación? Hay muchas razones para ello. A veces, la agitación podría deberse a factores fisiológicos, incluido el descanso inadecuado o el exceso de calor en el cuerpo; otras veces podría deberse a algunos factores psicológicos, tales como problemas físicos o mentales acumulados, incluidas las relaciones interpersonales y nuestras experiencias pasadas de vidas, etc. Los factores psicológicos se asocian con la acumulación de experiencias de vida a largo plazo y, por lo tanto, deben ser examinados nuevamente a través de nuestras actividades diarias.

En nuestras rutinas diarias, ya sean domésticas o laborales, inevitablemente interactuamos con personas, asuntos u objetos que nos rodean, lo que a su vez genera sentimientos de alegría, enfado, tristeza o felicidad. Por ejemplo, cuando el comentario de un colega nos hace sentir incómodos, o un pensamiento malsano nos llena de culpa, estas emociones se enconarán en nuestra mente a menos que se detecten y se manejen de manera oportuna. Cuando se acumulen, estas emociones nos harán fácilmente irritables.

A este respecto, el monástico malasio Venerable Chi Chern compartió una vez un método de meditación para antes de acostarse por la noche; el cual es, meditar sin usar ningún método y simplemente dejar que tus experiencias diurnas entren y salgan naturalmente de tu mente. Cuando un pensamiento aleatorio surge acompañado de sentimientos de incomodidad, en ese momento no debemos apresurarnos a etiquetarlo y juzgarlo como algo correcto o erróneo, bueno o malo. En cambio, podemos tratar de permanecer con ese sentimiento, ya que se disipará si se le da la oportunidad de manifestarse.

Cuando nos enfrentamos a varias emociones fuertes, habitualmente tratamos de reprimirlas; sin embargo, tarde o temprano, entrarán en erupción. Si podemos procesar estas emociones de manera oportuna, habrá espacio para revertir su curso. Es posible que no siempre seamos capaces de lidiar con todas las emociones de inmediato, así que intentemos esta práctica antes de acostarnos: dejemos que cada pensamiento que aparece en nuestra mente venga y vaya, sin tratar de suprimirlos. Al hacerlo, podríamos descansar en paz con una mente libre de cargas.

 
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