El Venerable Maestro Sheng Yen mencionó en su autobiografía "The Journey Home (El Viaje a Casa)" que cuando se convirtió en novicio a la edad de trece años en el Monasterio Guangjiao en las Colinas de Lobos, en Nantong, Provincia de Jiangsu, China, su maestro le pidió que, en primer lugar, se postrara ante el Bodhisattva Avalokitesvara quinientas veces cada mañana, para remediar su fracaso en memorizar los contenidos de los servicios diarios de la mañana y la tarde. Después de mantener esta rutina durante tres meses, el Venerable Maestro Sheng Yen pudo memorizar los contenidos de las liturgias tan fácilmente que por primera vez se dio cuenta perfectamente de lo beneficioso que es mantener una rutina para la práctica del Dharma.

Después de llegar a Taiwán, el Venerable Maestro Sheng Yen una vez más recibió la tonsura para convertirse en monje bajo el Venerable Maestro Dong Chu. Mientras estuvo en el Instituto Chung-Hwa de Cultura Budista, además de los servicios matutinos y vespertinos y la meditación sentada, el Venerable Maestro Sheng Yen también agregó una sesión del "Ritual del arrepentimiento de la Gran Compasión" a su práctica diaria, sabiendo que hacer postraciones de arrepentimiento ayudaría a reducir sus numerosos obstáculos kármicos en la práctica del Dharma. Más tarde, cuando el Venerable Maestro Sheng Yen fue al sur de Taiwán para un retiro solitario de seis años, todavía mantuvo su rutina de práctica dos veces al día y la meditación sentada, a pesar de estar lejos del monasterio. Además, todos los días realizaba primero el "Ritual del Arrepentimiento de la Gran Compasión", seguido del "Ritual del Arrepentimiento de Amitabha", finalizando con postraciones al "Sutra del loto", todo con el objetivo de practicar vigorosamente día y noche, sin permitirse tener la menor pereza.

Mientras se ocupaba de un programa de doctorado, el Venerable Maestro Sheng Yen aún mantenía su constante rutina de práctica dos veces al día. Una vez dijo: "Los monjes y monjas solo tenemos las necesidades de la vida: comemos para no morirnos de hambre, nos refugiamos para no congelarnos en invierno, nos levantamos temprano todas las mañanas y nos acostamos tarde todas las noches, sirviendo a las personas durante el día, además de meditar, realizar recitaciones y hacer postraciones por la mañana y por la noche. No tenemos días libres a lo largo de todo el año, y ningunas vacaciones durante toda nuestra vida." Esto demuestra la importancia de una práctica regular diaria constante e implacable para los monjes y monjas.

Más tarde, el Venerable Maestro Sheng Yen iba y venía entre los EE. UU. y Taiwán para difundir las enseñanzas del Dharma y enseñar meditación, mientras fundaba la Montaña Tambor del Dharma. Habiendo experimentado el poder y los beneficios que la práctica regular aporta a su autocultivo, el Venerable Maestro Sheng Yen mantuvo diferentes rutinas regulares durante cada etapa de su vida. Incluso hacia el final de su vida, el Maestro Sheng Yen todavía mantenía su práctica del Dharma recitando continuamente el nombre dek Buda en cualquier momento y en cualquier lugar, con un rosario en la mano. Desde su tonsura a la edad de trece años hasta su muerte a la edad de ochenta años, el Venerable Maestro Sheng Yen siempre enfrentó los altibajos de la vida con una práctica diaria constante y persistente, y siguió avanzando incesantemente a lo largo del Camino.
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