El arrepentimiento budista y el remordimiento no son lo mismo. El remordimiento significa reprimir las emociones negativas en lugar de enfrentarlas o lidiar con ellas. Cuando se acumulan con el tiempo, estas emociones negativas son como la suciedad y el lodo en las tubos de desagüe que se han depositado durante años sin ser removidos; con el tiempo, acumulan un fuerte hedor. Una sensación de remordimiento por continuar cometiendo errores y viviendo arrepentido, te volverá intranquilo y creará obstáculos para tu práctica del Dharma.

En cuanto al arrepentimiento budista, el Maestro Sheng Yen había mencionado en su libro "100 Gathas of Buddhist Wisdom (100 Gathas de la Sabiduría Budista)" que "el arrepentimiento budista significa reflexionar sobre los errores que has cometido, estando dispuesto a enfrentarlos y asumir la responsabilidad por tus malas acciones. A partir de este momento, te has decidido a corregir tus errores y a no volver a repetirlos." Este proceso es como levantar una tapa del desagüe; detectas la suciedad y luego la limpias. Un drenaje que se mantiene libre del lodo permanecerá limpio y sin obstrucciones. Por lo tanto, el arrepentimiento budista es una forma positiva de autodisciplina y autorreflexión.

El arrepentimiento budista no es exactamente lo mismo que la autorreflexión ordinaria. La principal diferencia radica en cómo tratamos los errores después de la autorreflexión. Además de conocer y admitir los errores, el arrepentimiento budista se caracteriza por un ritual llamado "arrepentirse de todas las malas acciones sin reservas": es decir, admitir francamente los propios errores ante los demás. Primero, debemos ser honestos acerca de nuestra inquietud e identificar la causa de la misma, ​​encontrando así la solución a nuestra ansiedad. Luego, además debemos asumir la responsabilidad por nuestros errores y estar determinados a no repetirlos nuevamente.

Después de eliminar la causa de nuestra inquietud y nuestro sentimiento de remordimiento a través del arrepentimiento, podemos dejar en paz al pasado. 
Una vez que nos hemos arrepentido de nuestras malas acciones, debemos tratar de dejarlas ir. Al hacerlo, las sensaciones de culpa poco saludables no se acumularán en nuestra mente y, por lo tanto, podremos llevar una vida pacífica y feliz.
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