El Yo

En el Sutra del Diamante hay cuatro tipos de características o marcas que se mencionan: la característica del no-yo, la característica del no-otros, la característica del no-seres-sensibles y la característica de la no-vida. En realidad, las cuatro hablan de lo mismo, por ejemplo: el yo.

Lo que aquí se refiere como el yo, es lo que es mío y lo que no es mío pero que deseo obtener. Excepto por aquello que tenemos y de lo que queremos deshacernos, o aquello que no tenemos y deseamos obtener, no hay nada que pueda ser considerado propio. Sin embargo, es probable que la mayor parte del tiempo no estemos conscientes de que deseamos desechar u obtener algo. Sólo tenemos conciencia de nuestra propia existencia. Antes que nada, estamos conscientes de nuestro cuerpo y de sus necesidades. Debido a que nuestro cuerpo requiere ciertas cosas es que sentimos que el yo tiene necesidad de algo. El cuerpo lleva atención al yo. En segundo lugar, las actividades mentales nos dan un sentido de existencia. Fuera del cuerpo y de la mente no hay sentido del yo.

En realidad es la mente la que experimenta la experiencia del yo. Entonces, ¿Qué es la mente? Es un incansable, continuo flujo de pensamientos.

A través del cultivo religioso, uno puede llegar al estado en el que se da cuenta de que el yo que normalmente experimentamos es realmente un algo insustancial. El yo subjetivo es originalmente inexistente; existe sólo en el sentido del cuerpo, las necesidades del cuerpo, y el constante flujo de pensamientos. Esta es la característica del no-ser, mencionada en el Sutra del Diamante.

Por lo que se refiere a la característica del no-otros, los otros existen sólo a través del sentido del yo proyectando la existencia de otros seres. Nos experimentamos a nosotros mismos en oposición a otros debido a nuestro propio sentido del yo. Por lo tanto, desde el punto de vista del Sutra del Diamante, si no hay yo tampoco hay otros. Si yo mismo no existo entonces los otros de igual manera, no existen. Es sólo gracias a la relación con otros – los beneficios que nos aportan, las pérdidas que nos traen, etc. – que experimentamos nuestra propia existencia.

Sabemos que hay cuatro billones de personas en el mundo pero el número de ellos al que personalmente hemos conocido es realmente bajo. Las únicas personas cuya existencia experimentamos profundamente son aquellas que están conectadas con nosotros en términos de ganancia o pérdida. Del resto de los cuatro billones de personas en el planeta, vagamente conocemos su existencia y ya sea que estén allí o no, eso no nos afecta mucho en realidad. Los otros existen sólo en términos de relación con nosotros y cuando el yo no existe, esos otros también dejan de existir.

La tercera característica, los no-seres-sensibles incluye la inexistencia de todo aquello que no necesariamente está relacionado con nosotros personalmente, pero que vive en este mundo al lado nuestro. Aquellos cuya práctica ha alcanzado muy altos niveles, han resuelto ya sus propios problemas y dilemas; ellos, naturalmente sienten una gran compasión por todos los seres sensibles. Pasan de haber resuelto sus problemas a asumir los problemas de los seres sensibles. Los problemas de los seres sensibles se convierten en propios.

Pero aun desde el punto de vista del Sutra del Diamante, si el yo no existe entonces los seres sensibles tampoco. El Buda ha dicho que aún después de haber salvado a todos los seres sensibles, no hay realmente seres sensibles que hayan sido salvados. Los seres sensibles han sido salvados pero uno no siente el haberlos salvado. Si existiera el sentimiento de salvar a los seres sensibles y hay seres sensibles que puedan ser salvados, entonces aún hay existencia de un yo.

La cuarta característica es la no-vida. Esto es mirar a la existencia del yo desde el punto de vista del tiempo. Esta característica de vida se refiere a las ya mencionadas características del yo, otros y seres sensibles. Si no existe el yo, entonces la duración de nuestra vida no es importante en absoluto.

Pero todos los seres sensibles están apegados a la vida; anhelan vivir mucho tiempo y evitar una muerte temprana. Por ello, buscan mantener un sentido de seguridad en sus vidas. Desean seguridad ahora y en el futuro, por lo que tratan de proteger o aislar sus vidas de cualquier forma posible. Sin embargo, para aquellos que carecen del yo, morir mañana o en diez mil años no tiene importancia. Cuando uno ha alcanzado la experiencia del no-yo, todos estos problemas están resueltos.

En resumen, en relación a la característica del no-yo, el yo se refiere a nuestra propia existencia. En la característica de no-otros, los otros se refieren a aquellos con los que estamos en oposición o contacto. La característica de los no-seres-sensibles se refiere no sólo a la inexistencia del yo sino también a la inexistencia de todos los seres sensibles a través del universo. Finalmente, la cuarta característica, de no-vida, describe el proceso que lleva del deseo de una larga vida al no preocuparse por la duración de la misma y de hecho a no preocuparse en absoluto por el tiempo.

Hay una historia sobre estas cuatro características. Una vez escuché a un Maestro del Dharma dando una plática sobre los mismos cuatro temas. Al final de la plática preguntó a las personas en la audiencia si habían sido capaces de entender y poner en práctica lo que él había referido en la conferencia. Algunos dijeron que sí y otros no entendieron nada. El Maestro del Dharma dijo entonces “Sé que todos ustedes pueden poner en práctica y entender las cuatro características”. Dijo que normalmente, cuando una persona está comiendo algo muy delicioso no tiene sentido de otros en esos momentos. De otra forma compartiría su comida con ellos. Cuando hay mucho trabajo por hacer, en esos momentos no existe el yo. Porque sin un yo, no hay nadie que necesite trabajar. Cuando ocurre un desastre y mucha gente necesita ser ayudada o salvada, durante ese tiempo no hay seres sensibles. De otra forma estaríamos muy ocupados salvando seres sensibles. Cuando alguien está intentando obtener mucho dinero que realmente no necesita, durante ese tiempo no hay vida. Porque en ese período la vida no importa en realidad, es el dinero lo que importa.

Hablando así, parece que los seres sensibles son todos egoístas. Ello se debe a que las cuatro características no están vacías en estos casos, hay en ellos un fuerte sentimiento del yo en ellos. Se requiere práctica antes de que uno pueda reconocer la verdadera característica del no-yo así como las otras tres características.
 
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