A: ¿Alguna vez te has preguntado por qué no es otra persona?

Cuando las personas se enferman, especialmente los jóvenes, a menudo se preguntan: “¿Por qué yo? Todavía soy joven." La mayoría de las personas creen que la enfermedad de uno tiene que ver con envejecer, y que solo cuando seas viejo te enfermarás y morirás. Pero eso no es cierto. Este tipo de pensamiento surge porque carecemos de comprensión de la naturaleza de la vida. Suponemos que la vida de una persona progresa naturalmente desde el nacimiento, la educación, el trabajo, el matrimonio, tener hijos, envejecer, enfermarse y, finalmente, acercarse a la muerte. Entonces, cuando nos diagnostican una enfermedad grave o experimentamos accidentes, nos sentimos confusos, nos volvemos rebeldes, nos enojamos, nos asustamos e incluso podemos culpar a todos y a todo menos a nosotros mismos.

Cuando estamos enfermos o nos sentimos física o mentalmente incómodos, es natural quejarnos. Eso es porque carecemos de una comprensión correcta de la naturaleza de la vida. Por lo tanto, es importante comprender cómo llega a existir el cuerpo y de qué se trata la vida.

Todos los fenómenos en el mundo surgen debido a causas y condiciones que trabajan juntas. Nuestros cuerpos también son el resultado de la interacción de los “cuatro elementos” como causas y condiciones mutuas. Las causas y condiciones están cambiando constantemente, y cuando cambian, nuestros cuerpos cambian en consecuencia. Por lo tanto, mientras tengamos este cuerpo, es inevitable que experimentemos el sufrimiento del envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Por consiguiente, es normal enfermarse. Todos experimentarán diversas formas de enfermedad y dolor, ya que esto procede de la ley de causa y efecto.

Además, según la doctrina budista del origen dependiente, todas las cosas son temporales y no duran para siempre. ¿Quién sabe qué pasará mañana? Cuando me voy a dormir esta noche, ¿definitivamente me despertaré mañana? ¡No necesariamente! ¿Quién puede garantizar eso? El nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte de nuestro cuerpo; el proceso de formación, continuación, declinación y desintegración de un entorno; y el surgimiento, la permanencia, el cambio y la extinción de los pensamientos: todo esto nos ayuda a comprender que las causas y las condiciones están cambiando constantemente. Esto se llama “impermanencia”. Debido a que no somos conscientes de esto o no queremos que suceda, experimentamos varios tipos de dolor y aflicciones. Una vez que reconocemos estos dos puntos y estamos dispuestos a abrir nuestras mentes y cambiar nuestras perspectivas, se pueden distinguir la enfermedad y el sufrimiento.
 
Cuando se enfrentan a una enfermedad, la mayoría de las personas pueden caer en conceptos erróneos y creer que los practicantes budistas tienen una mente más abierta. Sin embargo, ese no es necesariamente el caso. Algunas personas pueden haber estado practicando el budismo durante mucho tiempo, pero todavía pueden agitarse cuando se enfrentan a dificultades. Si podemos enfrentar el dolor de nuestra enfermedad tal como es, no depende necesariamente de si estudiamos el budismo; depende de si podemos abrir nuestras mentes y cambiar nuestra forma de pensar.
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