
Al meditar, si nuestro cuerpo habitualmente se tensa, podemos relajar conscientemente nuestros músculos tensos, aflojarlos o, al menos, detener todos los esfuerzos. Si sentimos que nuestro cuerpo no responde a nuestra relajación consciente, eso indica que nuestra mente siempre está en un estado de tensión, en este caso, todos los esfuerzos de relajar físicamente el cuerpo serán inútiles. Cuando nos encontremos en dicho estado, simplemente experimentemos las sensaciones en cada parte de nuestro cuerpo, ya sea relajada, tensa, cálida o fría, etc., sin ningún intento de relajar el cuerpo, para disminuir nuestros pensamientos errantes. Cuando repitamos este proceso un par de veces, nuestra mente se irá volviendo gradualmente plácida y nuestro cuerpo comenzará a relajarse.